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jueves, 19 de octubre de 2017


CRÍTICA: 'CITA A CIEGAS CON LA VIDA'

¿Qué harías si un día empiezas a ver manchas y al cabo de unos días descubres que tu capacidad visual se ha visto reducida al 5%? ¿Dejarías de lado todos tus sueños o lucharías por ellos aunque hayas sufrido un desprendimiento de retina que te provoca inesperadamente una enorme discapacidad visual?  

Normalmente nadie se pone a pensar en la posibilidad de que uno pierda el 95% de su visión o en quedarse ciego. No es un asunto que una persona suela plantearse. Sin embargo, el director alemán Marc Rothemund –quien fue anteriormente nominado a un Óscar por Sophie Scholl en 2005– al sacar a luz en Cita a ciegas con la vida una historia basada en hechos reales de Saliya Kahawatte quien pierde la vista en su adolescencia, hace que realmente uno se cuestione si podría llegar a ser tan fuerte y seguir hacia adelante y no derrumbarse.

La comedia dramática alemana, originalmente llamada Mein Blind Date mit dem Leben, se sumerge en la vida del joven Saliya Kahawatte (Kostja Ullmann), hijo de un padre cingalés y una madre alemana, que está realizando los primeros pasos para conseguir formarse en hostelería. Sin embargo, mientras se encuentra estudiando para llevar a cabo su anhelado propósito, se empiezan a ver poco a poco los síntomas de la inesperada discapacidad visual que le pondrá aún más difícil lograr el sueño que tenía trazado. Pero, ¿uno verdaderamente puede llegar a rendirse a alcanzar las metas que lleva años intentando conseguir realizar? 

Saliya no ve porqué perder la vista debería suponer un problema para llevar a cabo su objetivo de trabajar en el mundo de la hostelería. El protagonista muestra mucha fuerza de voluntad y autodeterminación para conseguir aquello que se propone. Decide no vencerse por los obstáculos que se le presenten en su camino y perseguir sus sueños aunque todo el mundo esté en contra. Sus solicitudes de empleo son rechazadas varias veces a causa de su condición física, pero él no se achanca ante las adversidades y determina que la única solución es no revelar su casi ceguera, aparentando tener una visión impecable. Es así como le aceptan entrevistar en un hotel de lujo en Múnich. Para ello, Saliya entrena día y noche con su hermana para poder realizar una entrevista en condiciones sin delatar su deficiencia visual. 

Mintiendo en la entrevista de trabajo sobre su condición física, Saliya es admitido en el programa de formación del prestigioso hotel Bayerischer Hof. Allí confía en su nuevo amigo Max (Jacob Matschenz), quien se convierte en su eterno compañero de aventuras al descubrir su problema y brindarle su ayuda para dar esquinazo a los problemas que se le presentan en el mundo laboral. Pero hay algo que nadie tiene en mente y para nada llega a imaginarse, que Saliya se enamore de Laura (Anna Maria Mühe), una repartidora de alimentos para el hotel. 


No obstante, para el protagonista el amor será su perdición. Cuando piensa que ha encontrado a su alma gemela con quien compartirá su desbordante amor, su romance se ve afectado por una serie de problemas que se amontonan justo cuando llega al súmmum de su felicidad. De repente, su vida se ve envuelta por un tremendo caos y parece que sus sueños, uno a uno, se van desvaneciendo. Todas las desgracias salen juntas a flote, asfixiándolo. Su vida familiar, sentimental y laboral todas penden de un hilo muy fino que amenaza por romperse en cualquier momento y Saliya tendrá que jugar sus cartas para salir hacia adelante sin tener que inundarse en este mar de calamidades.


La producción alemana demuestra que la sociedad no siempre debe marcar como uno debe actuar y definir su vida. A veces suceden una serie de circunstancias que hacen que uno salga del camino preestablecido por la sociedad. Y así lo demuestra Saliya. Desde un principio ya había trazado una línea de meta que quería alcanzar a toda costa y la pérdida de vista no le iba a impedir para nada cumplir sus sueños. Sin embargo, para llegar a realizar aquello que se está proponiendo, Kahawatte debe tener incrustado en su ser el verdadero concepto de amistad y familia. Con el apoyo incondicional de sus amigos y los miembros de su familia, el protagonista se vuelve capaz de efectuar su propósito de ser un hostelero. 

El gran factor de interés de Cita a ciegas con la vida y que causa simpatía hacia Saliya es el hecho que oculta a todo el mundo de su prácticamente ceguera para que le traten como alguien cualquiera, como una persona normal, y que le juzguen solamente por su esfuerzo. No quiere sentirse diferente ni que lo encasillen y etiqueten como discapacitado, sino que le traten como a un igual y que se fijen únicamente en su valía. Lo más increíble y verdaderamente impresionante de toda la historia, es que casi nadie a su alrededor se da cuenta de su falta de visión y, aquellos que se enteran le brindan incondicionalmente su apoyo, sin que haya una pizca de vacilación. Se muestra una inmensa solidaridad hacia el protagonista porque los que le rodean son realmente conscientes de la determinación en aprender y el gran esfuerzo que está aplicando día a día para trabajar con éxito.  

Pero como en todas las historias siempre aparece alguien que le pone la vida imposible al protagonista y que se puede calificar como el malo de la película, y en este caso es su jefe (Johann von Bülow). Es el único personaje que se presenta y que le dificulta sobremanera conseguir su objetivo, con su carácter frío, seco y desagradable. Sin embargo, el personaje evoluciona, reflexiona y se da cuenta del gran empeño que está desempleando en el trabajo y el gran valor que tiene. Su gran dedicación y tenacidad para lograr llevar a cabo sus metas e ilusiones hacen que sienta una profunda admiración hacia Saliya Kahawatte


El largometraje nunca pierde su tono agradable y fresco, aunque se presencian más de una escena que le dan un giro dramático. En todo momento el ambiente emite una sensación de sencillez, naturalidad y espontaneidad. De algún modo, esta energía que radia en toda la película está ligada al personaje de Max. Es el personaje más atrayente de toda la película porque irradia frescura gracias a la resplandeciente interpretación de Jacob Matschenz, haciendo brillar Cita a ciegas con la vida con su humor y retira el tono dramático y lleno de tristeza que llega a surgir en el film. El hecho de que sea una irremediable bala perdida pero que al mismo tiempo posea un gran corazón que no le cabe en el pecho y que esté continuamente ayudando al protagonista cuando lo necesita, hace que uno se sienta realmente enternecido por sus acciones y a la vez contento y agradecido porque existan personas de un inmenso corazón como Max en la vida real.


Kostja Ullmann realiza una interpretación digna de elogio de Saliya Kahawatte. Expresa los sentimientos del protagonista con extrema profundidad. Nos emocionamos con él cuando sonríe, ríe y salta de alegría en las escenas en que el protagonista brota felicidad. Y nos entristecemos y lloramos cada vez que apreciamos el dolor, la ansiedad, la tristeza, la depresión y el agobio del propio Saliya en la vida real. Ullmann nos deleita con su gran actuación, poniéndonos la piel de gallina con cada una de sus actuaciones que nos calan francamente en lo más hondo de nuestro corazón.  

Sin embargo, aunque la interpretación de Saliya por parte de Ullmann es realmente magnífica, la película no sería de gran impacto sin la actuación de Jacob Matschenz de Max y viceversa. Su unión es clave para emocionar y derretir al público en este film. Los dos actores encajan a la perfección y nos atraen de un modo extraordinario a su mundo. Sin darse cuenta, los dos personajes se convierten en la fuerza del otro, ayudándose mutuamente y parece que maduran juntos. Los dos empiezan a encajar en la sociedad, apoyándose el uno en el otro. Por una parte, Saliya parece que va enfrentando su problema con el reconocimiento de su discapacidad. Y por otra parte, Max va madurando y se preocupa un poco más por su futuro, aunque su personalidad enérgica y juguetona no cambia mucho a lo largo del tiempo.  

Dramatismo y humor se entrelazan entre sí con mucha suavidad sin que ninguna escena se vea forzada. Lo mismo sucede cuando se añade el toque romántico a la película, mostrándonos la historia de amor entre el protagonista y la repartidora de alimentos Laura. El romance entre los dos enamorados no se presenta de un modo cargante, ni mucho menos. En realidad, se agradece que el desarrollo romántico haya pasado a segundo plano –aunque normalmente en las películas es el primer factor que destacan–, porque de este modo se le da más importancia a la discapacidad del personaje y a todas las aventuras y desafíos que le suponen. El hecho que los matices románticos queden en segundo lugar le hacen dar un gran valor al largometraje y adornan la historia de Saliya Kahawatte que está llena de adversidades que tiene traspasar para conseguir volar y atrapar la meta ansiada. 


Cita a ciegas con la vida realmente llega a conmover al espectador, concienciándolo sobre la diferencia de tratos, la lucha por la igualdad y la tolerancia por las personas discapacitadas. Enseña a no dejarse pisotear por los altos cargos y luchar por sus sueños con gran esmero, trabajo duro, dedicando mucho esfuerzo día a día para que a uno le valoren por lo que es y no lo encasillen en los estereotipos establecidos por la sociedad. Aunque surjan obstáculos, batallar para volar libremente para hacer realidad nuestras ilusiones más anheladas es la moraleja que nos deja Saliya Kawahatte en esta reflescante producción alemana.




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jueves, 20 de julio de 2017


CRÍTICA: 'EL SR. HENRI COMPARTE PISO’

¡París! Oh mon Dieu, París! Eres la ciudad donde residen los sueños y las esperanzas. La inspiración de muchas personas. Una gran animadora que infundes vida a los residentes y a los recién llegados que luchan por hacer realidad sus ilusiones y deseos. Siendo así, ¿entonces por qué no le diste también una cálida y acogedora bienvenida a Constante?

¡Sí, París, sí! ¡Perdóname! Es cierto, no fuiste tú quien se encargó de recibir con los brazos abiertos a Constante (Noémie Schmidt), una joven estudiante universitaria enérgica y llena de vitalidad que proviene de un pueblo de Francia donde trabaja con su padre –con el que no tiene muy buena relación– en un puesto de verduras en un mercadillo. No, de eso precisamente se encargó el señor Henri Voizot (Claude Brasseur), un viejo gruñón jubilado que vive felizmente en un apartamento en la ciudad. Y, que mejor recibimiento para tu nuevo compañero de piso, que una puerta cerrándose en tus narices –literalmente, en sus narices–.


Si esperabas ver la protagonista envuelta en un ambiente familiar en una casa acogedora, El Sr. Henri comparte piso tira por tierra todas tus expectativas. La comedia francesa originalmente titulada L’étudiante et Monsieur Henri dirigida por Ivan Calbérac, que se trataba solamente de una pieza de teatro creada en 2012, abre las puertas hacia una nueva experiencia en la vida de Constance en la ciudad parisina. Después de encontrarse con una plancha enorme de madera estampada en su cara, no se achanca ante las diversas adversidades y las trabas que encuentra en su camino para conseguir su objetivo. Los múltiples intentos del propietario del apartamento para echarla son frenados por la tremenda astucia de la protagonista, logrando entrar al piso y, no sólo eso, va descubriendo cada una de las mentiras que cuenta como herramienta para alejarla de él pero ella le planta cara. En ningún momento cae en sus trampas, hecho que demuestra que no se trata de una chica ingenua. La faceta de chica espabilada le permite conseguir alquilar una habitación, aunque el señor Henri estuviera reticente en un principio­, hecho que se demuestra claramente en el contrato de piso donde le pone unas cláusulas un poco absurdas que hace que uno se pregunte si en realidad no fue militar en otra vida.


Aunque el hombre de avanzada edad es verdaderamente feliz viviendo sólo después que falleciera su mujer hace 30 años, por desgracia ahora ya no puede estar rodeado solamente por cuatro paredes, sino que tendrá que compartir piso con alguien que le brinde algunos cuidados a causa de su delicada salud que hace complicado su día a día. Por eso, se ve obligado por su hijo Paul (Guillaume de Tonquédec) –un notario tímido que ronda los cuarenta– a alquilar una de las habitaciones vacías de la casa con el propósito de dar con alguien que atienda a su padre. Entonces, aquí es donde entra en juego Constante, que se hará cargo de vigilar que el Sr. Henri tome sus medicinas, como si de una enfermera se tratara, a cambio de pagar un alquiler mucho más barato del que podría encontrar una persona en su sano juicio en la capital francesa.

Sin embargo, Henri Voizot nunca demuestra que se siente agradecido por la compañía de la recién llegada ni tampoco que le tenga mucho aprecio a su propio hijo aunque éste ponga mucho esfuerzo para llevarse bien con su padre y de velar por su salud. Y por si fuera poco, el hombre terco y gruñón aprovecha la situación para poner patas arriba la vida de Paul. Y, cómo no, su inquilina está metida, hasta el fondo, en el ajo. La joven juega un papel realmente importante provocando un estruendo familiar, aunque no esté a favor de ello. No obstante, la falta de dinero para pagar el alquiler –aunque consigue ­un trabajo de camarera–, la llevan a acceder sembrar el caos en la familia para ahorrarse pagar seis meses de alquiler, pero claro después de regatear un poco con el propietario.

“Mi hijo es un imbécil. Es un imbécil porque vive con una idiota que no es más tonta porque no se entrena. Mis nietos tendrán el coeficiente de un pez de colores.” Con estas palabras comienza el plan de insinuación y seducción por parte de la protagonista con la propuesta insólita del anciano. Ya me explicarás que padre pide una chica prácticamente desconocida que seduzca a su hijo para deshacerse de su nuera Valerié (Frédérique Bel), y, encima, que si pasa cualquier acto físico entre ellos no tiene ningún inconveniente en que esto suceda. Hombre ya, ¿acaso se ha vuelto demente?



Constante entra en este terrible juego porque ve que su vida se está yendo al traste. “Nada me sale bien. Mi vida es una mierda.” Se siente absolutamente una fracasada. Por una parte, está en crisis financiera que pone en peligro seguir compartiendo piso con el Sr. Henri. Y por otra parte, tiene un gran problema acerca de su futuro profesional. No tiene para nada claro que está haciendo con su propia vida. No aprueba su segundo año de universidad por segunda vez consecutiva y a esto se suma la cohibición interior que le surge a la protagonista. Pero, por si no fueran ya muchos dilemas por los que está pasando la chica, sus padres no tienen ni idea de que ella ha vuelto a suspender. Es por eso que accede a la petición del viejo gruñón, ya que se siente como si se estuviera hundiendo hacia el fondo del mar después de que el Titanic chocara contra un iceberg y no pudiera escapar de su mala suerte. Así que si esta patraña le hace quitarse al menos un peso de encima, aceptará lo que sea con tal de prevenir hundirse en este enorme barco emocional.

Oh la la! Para los espectadores aquí es donde empieza la diversión. Es cierto que se pueden apreciar momentos bastante entretenidos de la pareja propietario-inquilina ya que se trata de dos generaciones con unos ideales y un modo de vida muy distintas que produce un constante roce entre ellos por tener unos valores de vida diferentes, hasta el punto que chocan sus puntos de vista, mostrando al público que existe una brecha intergeneracional. No obstante, añadir a Paul al mundo de Constante le da un toque de humor relajante a la película ya que, de este modo, no se fuerza la trama con los conflictos del piso, sino que le da un nuevo giro a la historia incorporando un enredo romántico entre un hombre maduro de unos cuarenta años y una joven que ronda los veinte.


Todo, absolutamente todo se vuelve un tremendo caos. Suceden diversas situaciones inesperadas y un poco absurdas para Paul, en el que uno se pregunta si ahora se cree un adolescente que forma parte de una banda de rock ya que de la noche a la mañana pasa de ir en traje a llevar ropa informal con una chupa de cuero. No obstante, el hecho de que sea un chico tímido y desconfiado con su potencial hace que sea atrapado como un rayo de luz por la estratégica seducción de la joven sin que ella deba parpadear dos veces siquiera.

La chica francesa juega con fuego. Un fuego que será el punto de inflexión para la protagonista, que se dará cuenta que esta no es la vida que buscaba al llegar a París. Ve que todos sus sueños e ilusiones fueron arrastrados por una niebla densa y es aquí cuando decide reorganizar su vida. Al verse envuelta en los asuntos de personas de mayor edad y experiencia que ella, empieza a plantearse sobre lo sucedido a lo largo de su corta vida, aprendiendo de sus debilidades para intentar convertirse en una adulta de provecho.

A veces se dice que los sueños, sueños son. Y en este caso, Constance realmente llega a pensar que así son, sólo eso y que debe rendirse tal como su padre le propuso en un principio. Sin embargo, a veces quien menos esperas es aquella persona la que te da el empujón para cambiar y dar un paso hacia delante. “¿Vas a esperar a ser una vieja para hacer lo que te gusta? Sólo se vive una vez Constante.” Estas palabras retumban una y otra vez en la cabeza de la veinteañera. Así es, unas palabras salidas de la boca del Sr. Henri la convence para conseguir sus objetivos y no abandonar sus sueños. Es justamente él quien la lleva al punto de inflexión y la incita a dar este gran paso en su vida. La voz de la experiencia sale a flote por el anciano y transmite su sabiduría a la joven.

El personaje de Constance es un claro ejemplo de aprendizaje de la vida y de sus etapas. Un juego de madura immadurez. Una chica que sale de su cáscara y se abre a un mundo adulto que choca completamente en sus narices. Un auténtico reflejo de la sociedad actual, en que muchos jóvenes se pueden sentir identificados con la universitaria ya que todos a esta edad pasan por la etapa en que deben planificar y tomar una serie de decisiones acerca de su futuro para poder formar parte de este universo adulto. Los jóvenes y no tan jóvenes se verán reflejados en la estudiante porque la mayoría en este período de preparación que lleva a formar parte de la sociedad adulta habrán pasado por momentos en su vida en que se sintieron inseguros y que sentían que no era capaces de hacer nada. Estudiar y aprobar sin suspender es la formula del éxito, y si uno no lo hace parece que se le repudia. Sin embargo, no se tiene en cuenta que aunque uno apruebe y saque las mejores notas, a veces no sirve de nada porque se vive en un mundo en el que todo funciona en base de enchufes. A unos todo se le regala sin matarse a conseguir alcanzar sus metas, pero aquellos que se esfuerzan día a día muchas veces no son recompensados. Todas las personas que luchan diariamente para cumplir sus objetivos con gran empeño, se verán plasmadas a la perfección por Noémie Schmidt que manifiesta de un modo impecable las preocupaciones por las que pasan los adultos inexpertos. El miedo al fracaso es latente a estas edades, pero ¿y que pasa si fallamos una y otra vez? ¿De verdad es el fin del mundo? ¡No! Henri Voizot anima a que uno lo intente las veces que haga falta, aunque todo el mundo esté en tu contra, lucha y vive la vida que desees sin remordimientos.


Calbérac realiza una clara crítica a la obsesión por alcanzar la perfección. Demuestra que actualmente vivimos en la llamada sociedad del éxito en el que se le resta valor a aquellos que no siguen los estándares estabilizados. El director muestra el auténtico significado de la vida. Una vida en la cual uno se equivoca y rectifica. Vivir es viajar pasando por nuevas experiencias, abandonar nuestro espacio y dejarse llevar. A lo largo de nuestra existencia las personas caeremos una y otra vez pero debemos levantarnos y no rendirnos. Este es el mensaje que transmite El Sr. Henri comparte piso, a convertirnos en personas con iniciativa que luchan por hacer realidad sus objetivos e ilusiones y no tiran la toalla con facilidad.

El largometraje expone que las personas dependemos unas de otras. Henri Voizot se vuelve la fuerza de apoyo para la joven estudiante. Le enseña a la joven dama a no dejarse pisotear por los demás, por aquellos que creen que no serás capaz de conseguir aquello que te propones a realizar en la vida. Constance tiene un sueño profesional que abandona por los prejuicios y por el que dirá la sociedad que la rodea, y sólo hay una persona que la redirige hacia su pasión. El anciano la insta a abrir la puerta hacia nuevos horizontes, a abrir su mente a nuevas posibilidades sin estancarse en la frustración por fallar. L’étudiante et Monsieur Henri le da mucho crédito al concepto de la superación, a enfrentarse a la vida y sus adversidades, y a tener amor por uno mismo.


Aunque se presenta más de un conflicto, todo se lleva a cabo con mucho humor haciendo que la producción sea más relajante y el público no se ve inundado en una historia llena de drama. Todo lo contrario, el largometraje es muy fresco, limpio y ameno. Para nada da la sensación de agobio, más bien, uno se siente atraído por la sencillez de cómo se plantean el conjunto de sucesos y del modo tranquilo en el cual se desarrolla la trama. La sensibilidad y la delicadeza con la que es grabada cada una de las escenas hacen brillar la película y le da un vuelco al corazón al espectador, sanando el alma al dejar de lado los prejuicios y los estereotipos infundados en la sociedad actual. El guión narrativo es realizado con mucha frescura y de manera directa, sin dar rodeos a la hora de transmitir el mensaje. La música forma un pilar esencial para comunicar los valores esenciales que remarca Calbérac durante la hora y media de filmación. Encaja muy bien con cada una de las escenas de la película que emiten mucha calidez y ternura, emocionando el público, y mostrando como se siente cada uno de los personajes a lo largo del largometraje. Te hace sentir que estás viviendo en este preciso instante la misma situación, sintiendo una empatía por los personajes, en especial por la protagonista.

El Sr. Henri comparte piso te hace volar una vez más al cielo y darte cuenta que el buen cine existe, que el cine independiente hace florecer la cultura y el arte llegando hasta lo más profundo de tu corazón. Los sentimientos se pueden transmitir con una belleza que deslumbra al espectador. No hace falta crear historias muy complejas y llenas de efectos especiales para atraer al público. A veces simplemente con una historia simple, con unos valores bien marcados y un toque de humanismo y empatía bien definidos en una filmación pueden conmover y tocar la fibra sensible de la audiencia sin necesidad de exagerar en la producción de una película.

Esta comedia francesa recalca que todos tenemos derecho a llevar a cabo nuestros sueños, dejando de lado los convencionalismos sociales. Presenta que se debe tener las ideas claras y despejar todos aquellos problemas que le impidan a uno vivir en tranquilidad. Es natural que uno atraviese un periodo de inestabilidad emocional como le ocurre a la protagonista pero uno tiene que buscar la armonía interior para conseguir realizar los objetivos trazados. Sin lugar a dudas, nuestros sueños se cumplirán siempre y cuando no nos rindamos y no vamos a culpar a París por fallar. Au revoir, París!




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jueves, 11 de mayo de 2017


CRÍTICA: 'GRANDFATHERED'

Te crees que tu vida está encarrilada hacia un único camino, con un espléndido apartamento y un exitoso restaurante. Pero, de repente, todo aquello que has ido construyendo durante años empieza a desmoronarse por si sólo como si una por una las fichas de un dominó fueran cayéndose al estrellarse una contra la otra. Entonces, te das cuenta que todos aquellos valores establecidos a lo largo de tu existencia se van desvaneciendo poco a poco como si una nube se despejara de delante del Sol.

Grandfathered, comedia estadounidense creada por Daniel Chun (The Office, Happy Endings, Los Simpson) con una única temporada al aire emitida en la Fox, abre el telón con un hombre acompañado de un carrito de bebé, dos personajes que lo envuelven, de un modo inesperado, hacia un nuevo mundo totalmente alejado de Jimmy Martino (John Stamos) –un playboy guapo y encantador, de 51 años, resistente a la edad, cuya únicas preocupaciones han sido la clientela famosa y algunos pelos grises–. Sin embargo, su estilo de vida se ve afectada por la irrupción de un hombre torpe, Gerald (Josh Peck), cuyo comportamiento probablemente es más cercano a la de un niño que a la de un adulto, que se adentra en el restaurante demandando que él es el fruto de una noche salvaje que Jimmy tuvo con la madre de Gerald, y que ahora tiene una nieta llamada Edie (Layla y Emelia Golfrerie).

Así, sin más, este pack de dos por uno interrumpe su monotonía convirtiéndolo en no sólo un padre, sino que también en un abuelo. Si desde un principio ya es complicado asimilar que tienes un hijo en este mundo creado por una relación que se produjo 25 años atrás, pues ya me dirás si no es un shock aún más grande descubrir que tienes una nieta. Pero, ¡esto no es todo amigos! Si esta escena no fuera ya de por sí impactante, imaginaros cuando Gerald le pide hablar a solas, sin embargo, Jimmy le insiste que bombardee la noticia delante de su asistente y su mano derecha lesbiana, Annelise Wilkinson (Kelly Jenrette), de modo que su ayudante no duda ni una milésima de segundo que la información proporcionada fuera incierta, hasta el punto que corrobora diciendo que tienen un cierto parecido.

Cuando uno piensa que la situación ya no puede ir más allá de lo surrealista, encuentras a Jimmy hablando sin ningún pudor en la cocina, reflexionando delante de su equipo de trabajo sobre el hecho de que ahora tiene hijo, y sino fuera poco también una nieta. Escena que suele ser llevada a cabo muy a menudo en la cocina del restaurante por el protagonista que, siempre y cuando tiene un problema y necesita un tiempo de reflexión, expone todas sus preocupaciones o alegrías como si se tratara de una reunión con el consejo de sabios o de una consulta a un psicólogo, pareciendo una terapia dedicada exclusivamente a él. Y aquí, el jefe de cocina del restaurante y a la vez su mejor amigo, aunque Jimmy no lo acabe de admitir, Ravi Grupta (Ravi Patel) –un tipo que ama con locura la fiesta, aunque rara vez le invitan y le aísla como si fuera una mofeta–, sale con un comentario ingenioso o a veces gracioso que dan sentido a toda la locura que hay metida en la cabeza de Jimmy y es quien más buenos consejos le da sobre su nueva situación familiar.


En la cocina, con todos los trabajadores escuchando con suma atención la nueva aventura que les trae su jefe hoy pero, esta vez no sólo sorprendidos por sus hazañas, más bien con los ojos como platos y la boca abierta a más no poder por las inesperadas noticias que relata con pálida cara. Y, por supuesto, todo esto sucede delante del niño adulto y su hija envuelta en sus brazos. ¡¡¡Caramba!!! Eso lleva al espectador a preguntarse si es el momento más indicado para cuestionar y reflexionar sobre ellos en su presencia, cosa que Gerald no pasa por alto y le objeta. Sin embargo, él aún no puede asimilar este cambio repentino en su vida, y si esperabas una pizca de consideración, estás totalmente equivocado. No obstante, como muchos dicen es mejor decir las cosas claramente cara a cara, y no de espaldas, y ¿cómo no?, eso hizo exactamente el nuevo abuelo. ¿Para qué maquillar las palabras?

Y si no maquilló sus palabras delante de estos dos nuevos integrantes en su mundo, ya se da por sentado que esto no iba a pasar de ningún modo cuando se enfrenta a la madre de Gerald, Sara (Pager Brewster). Pero ésta, con su gran carácter y firmeza, no cede en ningún instante, dejándole más claro que el agua: “Si haces daño a mi hijo o a su hija, te ahogaré con tus dos manos excesivamente hidratadas”. Y si esto no es amor, lo demás son tonterías.

No obstante, amor no le falta a Jimmy, hacia sí mismo, pero amor al fin y al cabo. En el caso que aún no os habéis dado cuenta de que se trata de un narcisista, con las miradas y la vanidad que son muy frecuentes hacia a su persona, que son una fuente de humor constante. Pero, la esencia de hombre frío que vive solamente en busca del carpe diem se va desvaneciendo y se convierte poco a poco en una persona que puede brindar su apoyo a su familia, aunque ésta no sea del todo convencional. Aquel hombre madurito que lleva toda la vida viviendo a su antojo, sin nadie que le cuestionara, con gran éxito entre las mujeres y en su terreno laboral muestra un cambio en su estilo de vida. El que una vez no mostraba ni una pizca de preocupación por los demás, ahora se vuelve un hombre capaz de amar y pensar en los demás, más bien en una familia, y de involucrarse en ella, en sus actividades, preocupaciones, alegrías y tristezas. Gran parte de su vida la ha afrontado con una independencia casi absoluta –menos por la ayuda que le brinda su asistente Annelise–, pero en este instante se encuentra dependiente de cada uno de los miembros de la familia para poder hacer frente los nuevos desafíos que supone el haber formado una familia.


Aunque al principio, es normal que cualquiera tuviera sus dudas sobre esta persona ya que se trata de un hombre que lleva soltero casi toda su vida –menos cuando estuvo saliendo con Sara–  y no sabe como involucrarse en la vida de su hijo y, mucho menos, como tratar a su nieta, pero poco a poco los dos van formando parte de su vida diaria. No obstante, al inicio él no sabía como cambiar un pañal ni muchos menos que la niña no debía comer comida sólida. ¡Por dios, hasta llegó a confundir a la pequeña con otra que había en el parque! Por suerte, el padre de la niña estaba a su lado y le indicó cual es su verdadera nieta. Pero, lo que menos se esperaba es que fuera capaz de intentar meterle un termómetro de horno para aves en el culo para averiguar cuanta fiera tenia sino fuera porque los cocineros detuvieron la locura que iba a cometer. ¡Caray! Sin embargo, fue aprendiendo pasito a pasito como debía cuidar a este ángel, aunque nadie en su sano juicio se lo hubiera esperado.


¡Aquí no acaba todo! Además tiene que adentrarse en el mundo de Gerard, no sólo en el de su hija, sino que también en el suyo propio, que es todo lo contrario a su padre. Gerard es un especialista en ordenadores pero, ahora mismo está en paro y, por esto, se ve obligado a contactar en primer lugar a Jimmy, por el bien de su hija. La informática es un campo en el cual Jimmy no está muy familiarizado y, por eso, no se acerca a éste a la hora de intentar relacionarse con su hijo. Resulta bastante complicado aproximarse a él ya que ya no se trata de un adolescente que puedes contentar y complacer sólo yendo a una fiesta, cosa que él intenta llevándolo a la fiesta de un famoso con todos vestidos de blanco, pero fracasa totalmente en ello. Gerard es un adulto –aunque a veces no se comporte como a tal– y en este preciso momento sólo necesita a un padre que escuche sus problemas, cosa que Jimmy no quiere y tampoco está acostumbrado a hacer. No obstante, se acaba involucrando porque se da cuenta de que realmente lo necesita y lo que Gerard en realidad quiere es hablar de problemas amorosos. Así lo hace. Un gran paso adelante para la relación paternofilial. Pero sigue fallando de vez en cuando, aunque no con mala intención. Por ejemplo, le compra la típica impresora normal HP en vez de una impresora 3D, que es la que Gerard vendió para conseguir dinero. Jimmy con la mejor intención del mundo se la compra para animarlo pero resulta que no es la que tenía su hijo y esto demuestra una vez más que no sabe mucho acerca de Gerard, hecho que podría desanimar a cualquier padre. Sin embargo, él sigue intentándolo una y otra vez y hasta le consigue un trabajo en su restaurante como aparcacoches en el negocio ya que es bueno gestionando la situación cuando hay muchos clientes y organizando a la perfección los espacios en el parking.



Poco a poco, se adentra con más firmeza a este nuevo mundo y a este nuevo desafío que le brindó la vida. No obstante, el protagonista siempre está en busca de un posible equilibro entre el antes y el después de que su vida se pusiera patas arriba al convertirse en padre y abuelo de golpe. De algún modo, se siente cómodo con el hecho de haberse vuelto abuelo ya que muestra claramente que adora a su nieta, Edie, pero se muestra renuente a renunciar a la vida de glamour y fama que ha ido construyendo a lo largo de su carrera y que, hasta ahora, se consideraba su único mundo. Por eso, muchas veces se muestra el dilema sobre si debe elegir la fama y diversión o la familia, aunque siempre acaba regresando al lado de su nueva familia que se vuelve un pilar fundamental en su mundo. Y, en muchos episodios deja claro que si su familia le necesita, los apoyará en lo que sea, aunque, al principio, algunas veces muestre una actitud contradictoria. Y esto queda muy claro cuando se trata de asuntos relacionados con Edie, dónde demuestra claramente que por su nieta daría lo que fuera para que ella siga estando rebosante de felicidad día a día, hasta el punto de darle sangre o raparse la cabeza si hace falta. ¡Sorprendente, con la obsesión que posee por su pelo!


Pero, por otra parte, esta nueva vida algunas veces le pasa factura. Intentar compaginar a la familia y el mantenimiento de un negocio no es muy fácil sino estás del todo acostumbrado. Y eso le sucede a Jimmy, que parece que va perdiendo su brillo carismático que le une con su clientela de alta clase. Su asistente Annelise, hacia la mitad de la temporada, le notifica que las ventas están bajando ya que no tiene tan presente a su negocio como antes, que era su máxima prioridad. “Desde que apareció tu familia te has vuelto más blando”, recalca Annelise, aunque el dueño del negocio lo niega. No obstante, Jimmy no abandona su negocio, más bien se da cuenta que no compensa hacerle la pelota a los celebrities. Ahora, para él, es más importante dedicar este tiempo a su familia. Annelise descubre que “quizás esté bien con eso”, que ser más sensible es mucho mejor.

Edie, sin darse cuenta de nada, se convierte en la unión de una familia desestructurada, haciendo que poco a poco entre todos haya una complicidad y que se vaya creando un vínculo familiar. La pequeña niña es la luz que brilla y que fortalece la unión de unos personajes totalmente distintos. ¡Es el pilar central de toda la serie! Grandfathered navega por la vida de estas personas únicas de una familia unida por un accidente que se produjo en dos ocasiones, pero que sólo, inconscientemente, la pequeña hizo que se encontraran y se juntaran de nuevo. La primera vez, Jimmy y Sara tuvieron a Gerald en un accidente 25 años atrás. Sin embargo, Jimmy no llegó a formar parte de la familia por la existencia de Gerald, ya que él no sabía que tenía un hijo y ni Sara ni su hijo fueron a buscarlo para contarle lo sucedido. Pero, una vez pasando los años, Gerald contacta a su padre sólo porque la estrella de la familia nació, fruto también de otro accidente entre Gerald y su mejor amiga, Vannesa (Christina Milian), que no se da cuenta de los múltiples intentos del padre de su hija de cortejarla y lo mantiene en la friendzone. No obstante, sino fuera por Edie no se mantendría la conexión de Vannesa y volvería Jimmy a formar parte de la familia. Aunque por otra parte, Jimmy acepta afrontar su nueva situación porque se trata de la madre de Gerard, Sara, la única mujer de la cual se enamoró de verdad. Probablemente, porque se terminó su relación y Sara le rompió el corazón en el pasado que Jimmy se convirtió un mujer mujeriego. A raíz de esto, se volvió un hombre incapaz de tomarse cualquier relación en serio. Fue un gran impacto para él, que decidió ponerle punto y aparte en lo más profundo de su corazón.

De un modo u otro las experiencias se traspasan de generación en generación. Vuelven a cometer los mismos accidentes. Pero ninguno de ellos entra en depresión y salen adelante criando a sus hijos con una sonrisa en la cara. Más adelante, Jimmy se les une adaptándose al núcleo familiar, siempre enfrentando con humor cada una de las situaciones a las que no está acostumbrado. Es cierto que en un principio se desconcierta, pero poco a poco va encajando, ayudando a su hijo en cualquier cosa que le haga falta y cuidando con mucha ternura a su nieta. La pequeña no sólo es la unión de esta familia no convencional, sino que también es un foco esencial que abre las puertas a nuevas resurrecciones amorosas, o al menos algunos intentos de ello. Los dos hombres intentan rescatar sus relaciones fallidas, pero se tropiezan una y otra vez con la misma piedra. Por una parte, Gerard da lo mejor de sí mismo, una vez tras otra, para conseguir una relación amorosa seria con Vannesa y no quedarse atascado en la friendzone. Y Jimmy, por su parte, intenta de vez en cuando reconquistar a Sara con frases ingeniosas, aunque no acaban de funcionar. Pero, es bastante gracioso ver los intentos fallidos del cincuentón dada su naturaleza habitual de gran ligón con vista cómica.

Ciertamente hay algo agradable en Grandfathered. Es mucho más dulce de lo que implica la comercialización, con una mezcla suave de bromas sucias y emocionantes momentos entre la familia y posibles relaciones que van surgiendo durante la retransmisión de la serie. Entre las tres generaciones de protagonistas se establece una muy buena dinámica y no se nota ninguna incomodidad entre ellos, más cuando no se conocían de nada. El guión es realmente excelente, aunque es simple, atrae la atención de la audiencia con unos diálogos muy fluidos y que transcurren con mucha naturalidad, sin presenciar ninguna situación forzada, cosa que a veces pasa en este género. La idea esencial y los valores que se quieren forjar se transmiten a la perfección al espectador. El guión juega una parte importante en la producción de esta serie pero, realmente, los actores interpretan de un modo espectacular los distintos personajes –aunque sean algo estereotipados­–, haciendo que se sienta empatía hacia ellos. Sinceramente, viendo a Stamos, escena tras escena, es una auténtica delicia, demostrando con creces que es un actor hecho exactamente para interpretar papeles dirigidos específicamente al género de comedia. No es de extrañar que recibiera el People’s Choice Awards, premio al Actor Favorito en una Serie de Televisión, ya que sinceramente encaja a la perfección en este tipo de material, representando a un hombre amable, encantador y, a la vez, narcisista de 52 años de edad que parece un estúpido acerca de cómo reaccionar en torno a un bebé.

Después de aproximadamente veinte minutos de emisión, uno se pregunta que más podía haber dejado Grandfathered para decir. Todos los chistes disponibles e inesperados ya se han dicho. De hecho, ya no se sabe que más puede aguardar el siguiente episodio si ya se mostró todo lo imprevisto. No obstante, el siguiente siempre vuelve con un nuevo giro en la historia, llenando de humor toda duda que le pudo surgir al espectador pensando que la serie no podía dar más de sí y que no se podía innovar más en el guión, que muestra a Jimmy como un hombre que ha cambiado necesariamente en la persona que debía convertirse. Un hombre capaz de entender el significado de tener una familia.



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martes, 20 de septiembre de 2016


CRÍTICA: 'BATMAN VS SUPERMAN: EL AMANECER DE LA JUSTICIA'
El amanecer de la Justicia

No es para nada fácil ser Superman. Un día es considerado un salvador, un dios a los ojos del mundo. Un mundo que se lo agradece con monumentos en su honor. Y al siguiente día, es citado ante un comité del Senado, acusado de actos deshonestos y la muerte de inocentes. Y por si eso no fuese poco, el empresario multimillonario, propietario de uno de lo más grandes rascacielos de la ciudad de Gotham, no parece que le tenga mucha simpatía al kryptoniano con la “S” en el pecho.

“Él tiene el poder de acabar con toda la raza humana”, refunfuña Bruce Wayne (Ben Affleck) después de presenciar la batalla del General Zod y Superman (Henry Cavill) cuando se iban acercando al centro de Metrópolis. Mientras ocurría esta lucha, Wayne consigue llegar a su edificio y ordena al personal su evacuación. Sin embargo, Zod entra y empieza a destruirlo, de modo que acaba derrumbándose. Pero, el multimillonario consigue salvar a las pocas personas que quedan, entre ellos a Wallace Keefe, quien pierde las piernas. Después de presenciar esta escena llena de muerte y destrucción, Batman, el alterego del multimillonario Bruce Wayne, llega a la conclusión que Superman es una amenaza para la humanidad y decide acabar con él. 

Si creemos que incluso hay una probabilidad de un por ciento que es nuestro enemigo, tenemos que tomarlo como una certeza absoluta

Pero, tal como Superman es juzgado por sus actos ante la población, en concreto por la senadora Finch (Holly Hunter), también Batman es cuestionado por sus métodos en la lucha contra el crimen. Al Caballero Oscuro no se le caracteriza, precisamente, por ser una persona moderada, más bien, tiene aterrorizados a todos los malos de Gotham. Y, claro está, como Superman lo ve como un reflejo oscuro porque él se esfuerza continuamente en hacer lo correcto, incluso cuando se encuentra en las situaciones más complicadas, Batman es investigado por Clark Kent, el alterego del kryptoniano, que trata de detenerlo a través de los artículos del Daily Planet.

Y por supuesto siempre hay alguien que aprovecha la tensión que hay en el ambiente a su favor, y quién mejor que Lex Luthor (Jesse Eisenberg), el magnate de LexCorp. Se vuelve una tarea fácil sembrar el miedo y la incertidumbre en tiempos tan difíciles. No obstante, los dos superhéroes no se imaginan lo que les espera ya que están demasiado cegados por la rivalidad, el rencor y la venganza, que acaba librando una guerra entre ellos. Pero, surge una nueva amenaza que pone en peligro, más que nunca, a toda la humanidad. Doomsday! Y, para salir de ésta, tendrán que ponerse de acuerdo. La humanidad, vulnerable a una destrucción total, necesita que el Último Hijo de Krypton y el Caballero Oscuro unan sus fuerzas. ¿Serán capaces de ponerse de acuerdo o será demasiado tarde para la humanidad?



Batman vs Superman: El amanecer de la Justicia gana muchos puntos por ser la primera película de acción que presenta a Batman y a Superman juntos, descubriendo el modo de hacer una batalla épica, perfectamente conseguida, entre dos personajes tan gigantescos. Además, al director Zack Snyder le sirve para sentar las bases para futuras películas de DC Comics y establecer una nueva era de la épica Liga de la Justicia. Por eso, aparece Wonder Woman (Gal Gadot) que nos deja algunas preguntas sin contestar que se irán resolviendo en el futuro con nuevas franquicias, convirtiéndose en un símbolo para reunir a grandes personajes como Aquaman, Flash y Cyborg.

Pero sin duda, la película triunfa por el bien conseguido conflicto entre los dos superhéroes, mostrando perfectamente la rivalidad entre ambos héroes por sus distintas visiones del concepto de justicia. No se puede negar que Snyder sabe encajar a la perfección las diferencias entre los protagonistas principales que se complementan estupendamente el uno al otro, hasta el punto que parece que están predestinados a chocarse, desencadenando una pelea realmente impresionante por culpa de sus desigualdades en relación a sus métodos para enfrentarse al crimen.

Realmente la película hace honor a su título, permitiéndonos gozar de una lucha extraordinaria que no pierde impulso con los efectos especiales. Y, eso se debe al hecho de que se dejan ver algunas peleas de cuerpo a cuerpo imponentes que nos avivan el fuego de la acción. Y es muy lógico, porque Batman en más de una escena aparece repartiéndole a Superman, hecho que provoca que el espectador se sienta implicado de algún modo en la lucha.

Pero, también se debe tener en cuenta que Snyder realiza un trabajo espectacular en la representación escenográfica. De un modo impecable, una toma que es llevada a cabo en cámara lenta, de repente, da un giro espectacular, cambiándola a cámara lenta. Al principio choca muchísimo, pero nos demuestra el gran nivel de profesionalidad en que es llevada a cabo la grabación del audiovisual, presentando poderosas imágenes con mucha densidad que hacen que uno sienta que se encuentra en el lugar filmado, participando en la acción. Este recurso estilístico ya fue presentado anteriormente en la película 300, un estilo que encaja a la perfección y que suele usar en enfrentamientos entre enemigos.

La intensidad de las escenas atrapan al espectador, no sólo por el uso de la cámara sinó que también por el diseño artístico. La ciudad, los personajes, los decorados, el vestuario y los efectos especiales están realizados con mucho mimo y cuidado. La meticulosidad con que se trabajan la gran variedad de localizaciones y situaciones nos demuestran que cada escena filmada importa y no es insignificante.

Es verdad que la película dura dos horas y media pero en ningún momento se hace pesada. Todo lo contrario, es muy entretenida y no deja indeferente al espectador ya que presenta muchos personajes e historias en poco tiempo. Sin embargo, acaba dando la impresión de que se ha querido accelerar la situación, hasta el punto que la presencia de Wonder Woman parece que sobra un poco en esta película como si tratase de una mera aparición fantasmal que acaba formando parte del decorado. Aunque no se desarrolla mucho su personaje, da la sensación que sólo ha sido añadida al film para justificar la aparición de la liga de la justicía en el futuro. Es verdad que Gal Gadol realiza un buen papel –aunque tampoco hemos gozado de una gran dosis de Wonder Woman–, pero pasa un poco desapercibida en la trama. Aquí es exactamente dónde apreciamos un fallo en la película.


Sin embargo, estoy en desacuerdo con la opinión que han generado algunos críticos a cerca el film. Por ejemplo, el guionista y el director de cine Kevin Smith, le ha quitado algunos puntos a la película porque considera que el film goza de escaso humor en sus personajes, destacando que Batman vs Superman: El amanecer de la Justicia es muy seria y muy seca. No obstante, ¿existe alguna norma que especifique que todas las películas sobre superhéroes que se encuentran en situaciones que reflejan una crisis moral que engloban a toda la humanidad tengan relajar al espectador realizando una serie de gestos graciosos o irónicos para que no se sientan incómodos?

Se trata de una película realizada por DC Entertainment y no de Marvel Studios. Es cierto que no goza de una gran cantidad de estrenos ya que, desde 2011, sólo ha ido estrenando películas anualmente. En 2011, Linterna Verde. En 2012, El Caballero: La Leyenda Renace. Y en 2013, El Hombre de Acero. Pero, en ningún caso, eso quiere decir que tenga la obligación de seguir la misma pauta, estructura o la misma base que las películas de Marvel. No se trata de consumir comedias de superhéroes. Aunque no hay duda que, actualmente, Marvel Studios está por encima en la industria, pero eso no quiere decir que deba coger como referencia las películas sobre superhéroes llevadas a cabo por la competencia.

Aunque los espectadores estén acostumbrados a consumir adaptaciones de Marvel, deben entender que no todas las producciones de superhéroes tienen que ser divertidas. Gracias al carácter serio que presenta Zack Snyder en el largometraje, los espectadores conseguimos vernos implicados en los acontecimientos, dándonos un vuelco al corazón con la intensidad de la acción. La seriedad con la cual se interpretan los personajes permite reflejar el mal trago que están pasando realmente los seres humanos. Esta característica del film, sin duda, nos permite gozar de una de las mejores actuaciones de la película llevada a cabo por Jesse Eisenberg, poniéndonos a todos extremadamente los pelos de punta. Representando a Lex Luthor, logra transmitir de un modo estelar que realmente es un peligro para la humanidad, presentando la cara oscura y maquiavélica del personaje de manera totalmente espeluznante, clavando a la perfección la expresión de villano, con aire de sociópata.

Por otro lado, Ben Affleck consiguió dar vida a Batman de manera sobresaliente y eso que era elactor que tenía el reto más complicado porque ya habían existido otras interpretaciones del Caballero Oscuro. Este hecho le implicaba presentar algo totalmente diferente con el héroe y Affleck alcanzó hacer una interpretación totalmente distinta a las anteriores versiones del héroe. Al principio de la película abraza a una niña con capa negra y logra emocionar al público, logrando que uno sienta empatía hacia él, aunque después apoyemos a incondicionalmente a Superman que es juzgado injustamente. Pero en este momento, con una honestidad estremecedora, justamente cuando abraza a la niña e intenta salvar a sus empleados, el actor logra mostrar a un Wayne que ha sufrido mucho en su vida y que está cansado de pelear en una batalla que para él se habría evitado sin Superman, y con la gran energía que desprende consigue exponer que cada vida humana es importante, sea de quien sea. Es aquí cuando conseguimos sentir empatía por él, gracias a esta mezcla entre honestidad y energía bien conseguida por Ben Affleck.

Sin duda, en Batman vs Superman conseguimos disfrutar de grandes interpretaciones gracias al hecho que Superman comparte protagonismo con otros superhéores y eso hace que se convierta en una producción mucho más atrayente que la de verle en solitario. Su unión con otros personajes nos permite gozar al final de una batalla espectacular que muestra la triple alianza entre Superman, Batman y Wonder Woman luchando contra Doomsday, una de las escenas más conseguidas de la película que nos deja con un final inesperado, pero a la vez, muy adecuado que nos da una lección moral y nos reponde a si de verdad es fácil es un salvador y que conlleva ser un héroe.




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